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martes, mayo 06, 2008

La laguna

Un viento atroz azotaba incesantemente las aguas de la laguna. Ésta se encontraba al borde de un bosque de robles y abedules. Unas piedras roídas la flanqueaban por el norte, haciéndola parecer un salón de espejos.

La laguna emanaba una pasmosa tranquilidad. El movimiento de sus olas recordaba al titilar de las estrellas, y el sonido de éstas rompiendo contra la orilla hacía estremecer al hombre más valiente. Al caer el sol, sus aguas se tornaban negras, más negras que el mismo infierno, tan negras como la propia oscuridad.

Una tarde de verano, una hermosa joven acudió como hacía cada tarde a sentarse en las piedras de la laguna. Esbelta y risueña, la joven escaló pausadamente una de las rocas. Su pelo era oscuro y formaba unas resueltas ondulaciones que recordaban a las de la laguna con el viento. Cuando terminó de escalar se sentó, y echándose el manto sobre las piernas se puso a contemplar el paisaje.

Desde niña adoraba la laguna, era algo que le hacía sentir feliz, liberada. Desde allí podía contemplar la inmensidad de la llanura a sus espaldas, y también, de frente, veía el bosque y sus secretos. Mientras que todo esto le provocaba un leve sentimiento de ansiedad y desasosiego, al bajar la vista a la laguna, todo desaparecía. Sólo ella y la laguna; todo era misterio y soledad, los pilares de su vida.



Esa tarde, la laguna presentaba un aspecto ligeramente distinto: sus aguas eran más negras que de costumbre. La joven, ajena al cambio, seguía mirando embelesada esas aguas que tantos recuerdos le traían.

Pequeñas lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas. Sin quererlo, se había contagiado del nuevo espíritu de la laguna. Ahora estaba triste y, para su desesperación, no sabía porqué.

El otrora viento cálido se transformó en un gélido ventarín que le hizo estremecer. Una suave neblina apareció, espesándose con el paso de los minutos.

La joven, aterrorizada, veía como una figura se iba aproximando a la laguna. La extraña figura se fue haciendo cada vez más clara, hasta que en los ojos de la joven se vislumbró una sensación de reconocimiento.

La joven estaba pálida, aterrada; era incapaz de reaccionar.

— Has vuelto...—se atrevió a decir en forma de suspiro.

—Sí. —respondió simplemente la figura.

La joven sintió un repentino deseo de abalanzarse sobre él, y caer rendida en sus brazos; pero sus piernas no se lo permitían, estaba paralizada.

—No vengo para quedarme. Estoy aquí para despedirme.

Un leve escalofrío recorrió a la joven. No comprendía lo que pasaba. No podía ser cierto.

—Pero...qué...por qué —dijo entrecortadamente.

— Ya no soy lo que antes era. Sentimiento y humanidad no tienen más cabida en mí. No puedo odiar, ni amar; eso son solo recuerdos. Vengo para despedirme por fin, algo que ya ni me pesa ni me duele. Se acabó todo. Hasta siempre.

Dicho esto, la extraña figura desapareción entre la niebla y se internó en el bosque.

La joven, con lágrimas en los ojos, miró la laguna, su laguna, de la que nunca más se separaría.

Todavía hoy se cuenta que algunas noches de verano se la puede oír sollozar, presa de una tristeza infinita, por algo que pudo ser y no fue.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Jo, qué productivo estás...
La verdad, no sé cómo interpretar este texto. Bonito, pero escalofriante (últimamente tengo unas capacidades sorprendentes para visualizar cosas).

Por cierto, lo de ayer estuvo muy pero que muy mal, que lo sepas. Désolée.

3:44 a. m.  
Blogger Lethernou said...

No creas que estoy tan productivo, mis últimas entradas son escritos que dejé sin terminar hace tiempo, solo fue buscar un final y arreglarlo un poco.

Quizá este texto sea de los más fáciles de interpretar que he escrito, solo hay que conocer el tiempo y el lugar en el que fue escrito y todo lo que por mi cabeza pasaba. Así que, a diferencia de otras entradas,puedo dar una explicación exacta y para nada abstracta de todo.

No obstante, como es mucho más bonito mantener el misterio, así lo dejaré.

Un abrazo.

5:15 p. m.  

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