La carretera del mar
Había sido un día duro; no por el exceso de trabajo o por la pena en alma, sino por la absoluta falta de actividad. El día transcurrió sin pena ni gloria, a eso unido el exceso de ociosidad. Pasé el día de un lugar a otro, con caminar perdido; ora en el jardín, ora en el sótano.
Por tanto, debido a eso, cogí en cuanto pude el coche, y embarqué, entre alegre y ansioso, en busca de un destino incierto.
El camino, como ya iba siendo costumbre, me llevó al mar, por carreteras medio tierra, medio grava, apartadas de la infecunda modernidad.
Lanzado a la carrrera y con nubes de polvo en ristre, llegué a uno de los primeros pueblos que se dibujaban en la costa. No era la primera vez que pasaba por el pueblo (ni sería la última), pero nunca me había detenido.
No obstante, algo hizo que, impulsivamente, cambiara mi rumbo e hiciera que me introdujera entre las pocas callejuelas del lugar.
Una carretera, aún sin ser merecedora de tal título, se plantaba ante mí. Ésta, tras cruzar parte del pueblo, desembocaba en el mar.
La imagen, aderezada por los colores del atardecer, me transtornó; no pude sino seguir la carretera hasta su asombroso final.
Detuve el coche justo en el límite, que separaba el asfalto de la arena. Ya fuera del coche, aspiré con todas mis fuerzas el olor del mar, profundo y apegado, que había acompañado mis sueños desde que abandoné mi hogar.
Aterido-no llevaba chaqueta- continué con el divagar de mis emociones. El paisaje me ayudó a buscar con ahínco en mi interior, tan lleno de recuerdos que estaba.
Habían sido meses duros, casi sin tiempo para la reflexión. Pero todo lo malo, así como lo bueno, un día se da por acabado.
El sol, ya sin fuerza, intentaba refugiarse entre las olas y el huidizo horizonte, intentando escapar también de un día más bien adusto, falto de imaginación.
Con los ojos cerrados, sientiendo sólo el aroma y batir de las olas, me di cuenta de que ya nada sería igual; todo había cambiado, y para siempre.
La vida, la mía, se encontraba al final de la carretera; sólo había que cruzarla.
Schon sind sie hier. Mein Krieg begann. (Ya están aquí. Mi guerra empezó)
Susurré.
Por tanto, debido a eso, cogí en cuanto pude el coche, y embarqué, entre alegre y ansioso, en busca de un destino incierto.
El camino, como ya iba siendo costumbre, me llevó al mar, por carreteras medio tierra, medio grava, apartadas de la infecunda modernidad.
Lanzado a la carrrera y con nubes de polvo en ristre, llegué a uno de los primeros pueblos que se dibujaban en la costa. No era la primera vez que pasaba por el pueblo (ni sería la última), pero nunca me había detenido.
No obstante, algo hizo que, impulsivamente, cambiara mi rumbo e hiciera que me introdujera entre las pocas callejuelas del lugar.
Una carretera, aún sin ser merecedora de tal título, se plantaba ante mí. Ésta, tras cruzar parte del pueblo, desembocaba en el mar.
La imagen, aderezada por los colores del atardecer, me transtornó; no pude sino seguir la carretera hasta su asombroso final.
Detuve el coche justo en el límite, que separaba el asfalto de la arena. Ya fuera del coche, aspiré con todas mis fuerzas el olor del mar, profundo y apegado, que había acompañado mis sueños desde que abandoné mi hogar.
Aterido-no llevaba chaqueta- continué con el divagar de mis emociones. El paisaje me ayudó a buscar con ahínco en mi interior, tan lleno de recuerdos que estaba.
Habían sido meses duros, casi sin tiempo para la reflexión. Pero todo lo malo, así como lo bueno, un día se da por acabado.
El sol, ya sin fuerza, intentaba refugiarse entre las olas y el huidizo horizonte, intentando escapar también de un día más bien adusto, falto de imaginación.
Con los ojos cerrados, sientiendo sólo el aroma y batir de las olas, me di cuenta de que ya nada sería igual; todo había cambiado, y para siempre.
La vida, la mía, se encontraba al final de la carretera; sólo había que cruzarla.
Schon sind sie hier. Mein Krieg begann. (Ya están aquí. Mi guerra empezó)
Susurré.
1 Comments:
Me encanta, sobre todo porque todavía no te has dejado atrapar por estas tierras de secano.
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