"Dislogio" de la locura. Otra batalla perdida
Acabó la batalla. Llanto y muerte. Luto y desolación por doquier. Aún escuchaba a los carroñeros repartiéndose la muerte. Los silbidos de la impaciencia de los hombres todavía podían ser oídos. Palabras y recuerdo. Grito y desesperación. Todo entremezclado en el fragor de la batalla. Muerte y heroísmo. Vida y culpabilidad.
Todo aquello ya quedaba atrás. La batalla terminó y la aterradora máquina expendedora de odio se diluyó con ella. No así mi resentimiento, ni tampoco mi sensación de culpabilidad. So pena de muerte fui conducido hacia aquí, ignorante de mi destino. Ahora a mi lugar se me ofrecía volver.
Petrificado. Amortajado. Vacío de sentimiento. Así me encontraba en la puerta a mi futuro, en la puerta del tren que a mi lugar me habría de llevar. Las imágenes de la batalla volvieron a mí. Sangre y ruido me acechaban, me hostigaban. Mi cabeza era un hervidero de emociones, de tormentos. Me recordaban a un joven que a la guerra marchó, donde mil cabezas sesgó y que, para siempre, su alma perdió.
No podía. No podía volver. No con las manos manchadas de sangre. Por mi mente discurrían caras conocidas, risueñas, inocentes...
¡No, no podía! La culpabilidad y la vergüenza serían insoportables...
Aterido, vi las puertas cerrarse. Igual que un sueño, mi tren marchaba hacia las profundidades, camino del futuro. No pude entrar, no me dejaron. Ganamos la batalla. Yo perdí la mía. Otra batalla más, sin gloria y vencedor. Otra batalla perdida.
Llanto y muerte, luto y desolación, grito y desesperación, muerte y heroísmo, vida y culpabilidad...
Otra batalla perdida...
Todo aquello ya quedaba atrás. La batalla terminó y la aterradora máquina expendedora de odio se diluyó con ella. No así mi resentimiento, ni tampoco mi sensación de culpabilidad. So pena de muerte fui conducido hacia aquí, ignorante de mi destino. Ahora a mi lugar se me ofrecía volver.
Petrificado. Amortajado. Vacío de sentimiento. Así me encontraba en la puerta a mi futuro, en la puerta del tren que a mi lugar me habría de llevar. Las imágenes de la batalla volvieron a mí. Sangre y ruido me acechaban, me hostigaban. Mi cabeza era un hervidero de emociones, de tormentos. Me recordaban a un joven que a la guerra marchó, donde mil cabezas sesgó y que, para siempre, su alma perdió.
No podía. No podía volver. No con las manos manchadas de sangre. Por mi mente discurrían caras conocidas, risueñas, inocentes...
¡No, no podía! La culpabilidad y la vergüenza serían insoportables...
Aterido, vi las puertas cerrarse. Igual que un sueño, mi tren marchaba hacia las profundidades, camino del futuro. No pude entrar, no me dejaron. Ganamos la batalla. Yo perdí la mía. Otra batalla más, sin gloria y vencedor. Otra batalla perdida.
Llanto y muerte, luto y desolación, grito y desesperación, muerte y heroísmo, vida y culpabilidad...
Otra batalla perdida...
2 Comments:
Inauguro tu blog, querido camarada.
Me ha gustado, después de leerlo unas cuantas veces para asegurarme de que había entendido lo poco que se puede entender... me gusta bastante la sucesión de imágenes, especialmente esto:
"No podía. No podía volver. No con las manos manchadas de sangre. Por mi mente discurrían caras conocidas, risueñas, inocentes...
¡No, no podía! La culpabilidad y la vergüenza serían insoportables..."
Por el contraste entre la primera parte del párrafo y la segunda.
El único "pero" que quiero ponerte es que repites tres veces la palabra "muerte" en el primer párrafo... ¿Es así adrede?
Sigue colgando cosas (¿por qué no el poema en latín?) Nos vemos.
No sé que pretende el relato, quizá es que no llegue a comprenderlo, pero a mi me ha sonado a la inutilidad de la guerra y el sacrificio por una causa perdida.
Da mucho de qué pensar
Publicar un comentario
<< Home